Si una desgracia histórica no lo impide, a veces las gentes de algunas regiones del planeta pueden “disfrutar” de un sistema de gobierno que es menos malo que una dictadura. A eso le llaman, de manera poco adecuada, democrácia, que es en teoría el gobierno del pueblo y a decir de muchos la máxima cota en forma de gobierno a que podemos aspirar.
Que sí, que se disfruta de una seudo-libertad, de una seudo-justicia, incluso, por comparación, de una seudo-felicidad, etc... pero en realidad sigue siendo el gobierno de unos pocos, normalmente antiguos fascistas reconvertidos, que con la vieja excusa del servicio al pueblo aumentan su patrimonio o se convierten en profesionales del vivir a cuenta del contribuyente.
La única diferencia con la dictadura es que ahora se permite la competencia entre los grandes intereses de toda la vida y se tiene mas cuidado con los derechos humanos y la libertad de expresión... en teoría.
Sin abundar en los bien maquillados y omnipresentes condicionamientos económicos de las partes en liza, el actual juego democrático, al carecer de ideología carece también de la espontaneidad y dosis de azar que caracterizan a cualquier otro juego.
Pasado el tiempo de las banderitas en que todo el mundo piensa que la democracia vá a cambiar las tradicionales injusticias, abriendo un poco los ojos veremos que se establece un equilibrio de fuerzas.
En esta partida, donde los que ganan se llevan lo que haya encima de la mesa, consiguen el triunfo final quienes suman mas votos, y siendo los jugadores conscientes del número de tantos del adversario, lo que interesa es conseguir el máximo número de “comodines” y comodones.
Lo que hace, pues, que se incline la balanza de la fortuna para la derecha o la izquierda, es la capacidad de empujar por cualquier medio a los tibios e indecisos hacia el lado de la mesa -electoral- que conviene.
En plata: azuzar en la buena dirección a esa franja de voto fluctuante con los estímulos adecuados… solo tiene un nombre: MANIPULACIÓN.
A continuacíon os traduzco un “octálogo” que me ha parecido muy lúcido y aplicable al tema propuesto en esta entrada: la defensa personal ante la manipulación estatal.
ALGUNOS PRINCIPIOS DE ESÉTICA (ZÉTÉTIQUE).
Origen : http://www.zetetique.ldh.org/Principes.html
1.El derecho a soñar conlleva el deber de vigilar.
Algunas de nuestras creencias, si bien nos proporcionan un cierto bienestar, son ante todo obstáculos para el conocimiento pudiendose revelar a veces como nefastas para nuestras libertades (v.g.: adherirse a una secta o arruinarse consultando a un vidente). Así, al comenzar una sesión, siempre será bueno preguntarse: " espíritu (crítico)... ¿ Estás ahí? "
2. Lo inexplicado no es inexplicable.
Así como un OVNI no es un “objeto volante no identificable”, numerosos fenómenos que nos parecen extraños no son ni tan raros ni tan incomprensibles como quisieramos creer. La ausencia de explicación para un fenómeno jamás es la prueba de su carácter sobrenatural sino la de nuestra incompetencia para comprenderlo. De esta manera, podemos ignorar la existencia de sifones subterráneos y aún así abstenernos de creer en la presencia de poltergeist en una casa pródiga en ruidos.
3. El peso de la prueba recae en quién afirma.
Siendo lógicamente imposible demostrar la inexistencia de un fenómeno, es natural que quien afirma la existencia de un fenómeno desconocido deba aportar la prueba. A la cuestión de: " ¿ Por qué no cree Vd. en fantasmas? ", hay que contestar: " ¿ … y Vd., por qué lo cree.? "
4. Una alegación extraordinaria necesita una prueba más que ordinaria.
En efecto, cuanto más se salgan las afirmaciones del marco conocido, más deben éstas apoyarse en informaciones sólidas y comprobaciones profundas para ser creíbles. Para probar la existencia del "Yéti" no podemos pues quedar satisfechos con una foto y con un rastro en la nieve...
5. El origen de la información es fundamental.
¿ Quién no se ha encontrado alguna vez defendiendo una información que posteriormente se reveló falsa? La duda sobre la validez de una información es esencial mientras la fuente y el contenido original de ésta no sean conocidos. " ¿ De donde viene la información? " Y " ¿ Quién la aporta? " son dos cuestiones fundamentales si se quiere evitar especular con aire.
6. Cantidad de pruebas no es calidad de la prueba.
Así, una frase repetida 1000 veces no se vuelve por eso verdadera. Y varios miles de personas pueden confundir un globo sonda con un platillo volante sin que, por ello, los extraterrestres hayan venido a visitarnos. Una experimentación concluyente siempre es mucho más válida que miles de indicios no verificados.
7. La coherencia no es una prueba.
Una teoría que no se contradice a sí misma no gana en validez por ello. Por muy coherentes y apasionantes que sean, la teoría del complot (v.g.: JFK, X-Files) o las teorías de ciencia ficción (Matrix o La Guerra de las Galaxias) no se vuelven más científicas ni más verdaderas.
8. Las creencias crean ilusiones.
Nuestra cultura, nuestras emociones, nuestros deseos y en una palabra nuestra subjetividad, modifican mucho nuestra percepción de los acontecimientos. A menudo nos acordamos de lo que quisimos ver y no de lo que había que ver. He ahí porqué, no hay nada como el Lago Ness, como para ser propenso a confundir troncos flotantes con un monstruo.

Groucho Marx.
No hay comentarios:
Publicar un comentario