16 julio 2008

ANARQUISMO EXPROPIADOR. (El solitario.)


Soy pacifico y nunca me he alegrado de la muerte de nadie, ni siquiera de la de Pinochet. En cambio estoy convencido de que el robo de una entidad bancaria, con elegancia y sin violencia, es sin lugar a dudas un arte minoritario que ejecutado sin afán de lucro y puntuando el nivel de virtuosismo empleado durante su realización debería servir como mínimo de atenuante al artista caído en desgracia.


Robar bancos o instituciones en donde se acumula y maneja mucho dinero siempre ha tenido un fuerte tirón popular porque a la corta la cosa se puede resumir en la lucha de David sobre Goliat, y que cojones, lo de robar a los ricos para darlo a los pobres siempre ha merecido la aprobación unánime de los beneficiarios.


El anarquismo tiene una larga tradición expropiadora desde Ravachol hasta Durruti, pasando por Di Giovanni y el navarro Lucio Urtubia que aún vive.


La expropiación contemplada desde el autogestionario anarquismo tiene carácter de acción extraordinaria y circunstancial y de llevarse a cabo tiene por objeto equilibrar una desigualdad o injusticia económica y cuando nó la financiación de la "Idea" anarquista en su lucha contra el capital y las injusticias que genera. Cuando un grupo anarquista, siempre por votación en asamblea, decide efectuar una expropiación lo hace dentro de ese contexto y el beneficio o lucro personal queda totalmente excluido por principio.


Desde el punto de vista del capital perjudicado, y sin entrar hoy a investigar el origen de este y las plusvalías, la expropiación es un robo, un atentado contra la misma propiedad en la que se basa el capitalismo. Los anarquistas, como vemos, no sienten mucho aprecio ni por la gran propiedad ni por su acumulación porque la sienten y padecen como una injusticia y un perjuicio para el resto de la comunidad.


Puedes estar tranquilo que ningún anarquista como dios manda te vá a quitar la moto y por extensión las propiedades que seas capaz de mantener con TU propio esfuerzo. Si para mantenerlas necesitas a otros ya tendremos que hablar de explotación del hombre por el hombre y ahora no es el caso.


A la muerte de Durruti sus únicas pertenencias eran una maleta con un par de calzoncillos y los trastos de afeitar. Lucio Urtubia que a punto estuvo de hacer quebrar al City Bank con sus cheques falsificados, trabajó toda su vida de albañil hasta su jubilación. Nadie puede hablar de anarquistas millonarios salvo Pessoa.


Por lo tanto, si bien Sabina le dedicó una canción y adquirió cierta fama popular, no podemos considerar expropiación anarquista a la sustracción del Dioni cuando el producto de la misma fue invertido en putas brasileñas, peluquines y operaciones para corregir el estrabismo.


A la vista de lo anterior, no es extraño pues, que el anarquista nacional a menudo haya sido asimilado interesadamente a la categoría de bandolero, con ello se elimina de un plumazo toda la posible justificación política y social que conlleva la expropiación por la ideología y se justifica la represión ante la opinión pública. El último anarquista en recibir ese honor por parte de la autoridad franquista fué Quico Sabaté a quien hicieron entrar en la leyenda al lado de El Tempranillo y los Siete Niños de Ecija. Y parece que esa manía también gusta en"democracia".


No obstante, dentro de las expropiaciones de carácter anarquista podemos establecer dos tendencias: una que acabamos de explicar someramente y la otra sería la que encuadra actuaciones de carácter anarco-individualista o ilegalista –más extrema aún y que curiosamente no suele tener buena acogida dentro del anarquismo-.


Dependiendo de la coyuntura social del momento –mayor o menor represión- esta segunda categoría puede ser catalogada por los propios anarcos como anti-social y perniciosa para el buen nombre del anarquismo por asemejarse mucho a la delincuencia común (como si fuera posible tener buena fama después del trabajo que se toma el sistema para aniquilarnos…). Tal cosa llegó a reconocer con el tiempo el propio Durruti a quien se atribuyen un buen número de expropiaciones.


El caso del francés Ravachol es ilustrativo de esta segunda tendencia radical. Ravachol nacido y criado en la miseria decidió vivir la vida tomando del motón allá donde hubiere de donde tomar, es decir en casa del burgués sin privarse de colocar alguna que otra bomba, como era moda en la época. La banda de Bonnot también pertenece a lo que se llama el anarquismo ilegalista.


Bueno y después de declararse anarquista y antisistema… ¿Qué podemos decir de Jiménez Arbe alias el Solitario.?


En cuanto a que expropia bancos porque los bancos roban a los españoles creo que, salvo el director de la sucursal, cualquiera puede confirmar que es una buenísima excusa que haría suya cualquiera, anarquista o nó. En cuanto al resto juzga por sus palabras:

Lee aquí una carta de Jiménez Arbe.


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