
¡NO LO PUEDO EVITAR...!
Lo reconozco: como espectador soy extremadamente sensible. Si por casualidad me siento a ver la tele y zapeando me doy de bruces con un programa de cotilleo donde andan ventilando intimidades alegremente... no puedo evitar sentir vergüenza ajena y cambio de canal de inmediato. Ya sé que nadie vá a salir de la pantalla a afearme mi malsana curiosidad; ese tipo de "servicios públicos" -W.C.s- está pre-fabricado ex-profeso para cumplir un cometido bien definido: satisfacer el morbo y los bajos instintos de un/a telespectador/a tipo sin ánimo premeditado de pensar en algo útil y que lo vá disfrutar amparado/a en el anonimato/a.
- ¡Anda que vaya con fulanita lo puta que es y la pasta que gasta...!
Pero es superior a mis fuerzas, este que escribe sin cargos de conciencia escondiendose detrás de un blog en cambio, -delante de un reality show- tiene la sensación de haberse metido sin permiso en casa ajena mientras lavaban los trapos sucios.
Con la política me pasa tres cuartos de lo mismo. Me dá una vergüenza horrible que en época de elecciones se agrava hasta el punto de que evito pisar por el comedor de casa que es donde tengo la tele. Me voy directamente al ordenador y hago terapia para superar la vergüenza ajena escribiendo en un blog donde me hago pasar por anarquista aprovechando el virtual anonimato que me ofrece la red.
Ejem, ¿por donde iba...? lo normal -supongo- sería que me leyera los programas electorales que casi nunca echan en el buzón o lo hacen tarde para que no te dé tiempo a denunciarlos o lo que es más cómodo: que viese los spots televisivos de unos y otros para valorar con vistas al voto a quienes dicen que quieren trabajar por mi bienestar y el de los mios.
Eso sería lo normal, suponiendome sin mucho entusiasmo un ciudadano normal:
-Hola amigos me llamo Donnadie Fernández y trabajo como un cabrón de lunes a viernes en lo que me dá de comer y poco más, los sabados le echo un kiki a la parienta dentro del sagrado matrimonio y el domingo veo todo el fútbol que puedo para tener de que hablar durante toda la semana con los compañeros. Ah, y cada cuatro años, bien vestido y con mi mujer del brazo voy a depositar dos papeletas que deciden quien me representa en sitios que no conozco personalmente para tomar en mi nombre decisiones que no entiendo porque nadie me las explica. Después tomamos el vermú y hasta dentro de otros cuatro años.
Pero nó es ese mi caso, por suerte o por desgracia no me gusta mucho el vermú. Cuando veo por la tele a la crema desnatada del pueblo, a mis representantes a mi pesar, tomando por idiotas a quienes los van a encumbrar por encima de todas las cabezas... me dá vergüenza ajena y cambio de canal o me voy al blog a hacer Anarquía un rato:
Por ejemplo: hay uno de estos títeres, el cristobita socialista, que en lugar de reducir a garrotazos al lobo de la especulación regulando y haciendo efectivo -de una puta vez- el derecho a la vivienda, en lugar de eso, pregona que vá a darle 200 pavos -de nuestro bolsillo, claro- a quienes estén pagando un alquiler. Cojonudo y con gran visión de futuro... el lobo ya ha empezado a subir los alquileres. Es lo que tienen los muñecos que van de buenos: que son tontos.
Por su parte, el autentico títere de la cachiporra, el muñeco de derechas, ante la baja tasa de natalidad española, el declive de la familia títere tradicional católica y sin duda por miedo a quedarse sin mano de obra a quien explotar, dice que él dará 3000 euros -adivinen de donde saldrán- por el nacimiento de un hijo cuando en realidad todo el público sabe que lo que hace falta es darle con la cachiporra al lobo oligarca para que las parejas tengan trabajo, una vivienda digna donde echar un polvo y unos sueldos que permitan pagar comida, casa, guardería y los pañales cagados del futuro mecenas de algún patrono creador de muchos puestos de explotación.
Este último y popular cristobita, por su puesto que ni puede ni quiere meter al lobo en cintura porque el de la cachiporra es también el lobo. (La tramas económicas son muy enrevesadas.)
La oligarquía o lobocracia, gracias a su abono vitalicio y al abrigo de miradas indiscretas desde su palco privado, disfrutará satisfecha una vez más de esta nueva edición del guiñol nacional. Sus títeres políticos moverán concienzudamente el aire y todo seguirá igual para el embobado espectador de estas calamitosas funciones.
No me digas compañero/a espectador/a del guiñol "Elecciones 2008" que no es para sentir vergüenza ajena cuando ni siquiera se toman la molestia de ocultar la mano que los maneja, cuando se dán con la cachiporra de mentira aparentando diferencias, cuando prometen regalar al público lo que nos pertenece, rebuznando, en definitiva, burdos cuentos para dormir el sentido común.
Encima, como público, hemos perdido la sana costumbre infantil de gritar cuando vemos al lobo agazapado.
Bueno, yo a lo mio:
- ¡Anda que vaya con fulanita lo puta que es y la pasta que gasta...!
Pero es superior a mis fuerzas, este que escribe sin cargos de conciencia escondiendose detrás de un blog en cambio, -delante de un reality show- tiene la sensación de haberse metido sin permiso en casa ajena mientras lavaban los trapos sucios.
Con la política me pasa tres cuartos de lo mismo. Me dá una vergüenza horrible que en época de elecciones se agrava hasta el punto de que evito pisar por el comedor de casa que es donde tengo la tele. Me voy directamente al ordenador y hago terapia para superar la vergüenza ajena escribiendo en un blog donde me hago pasar por anarquista aprovechando el virtual anonimato que me ofrece la red.
(Un saludo a los chicos de Echelon.)
¡Muerte al Estado y Viva la Anarquía, cabrones...!
Ejem, ¿por donde iba...? lo normal -supongo- sería que me leyera los programas electorales que casi nunca echan en el buzón o lo hacen tarde para que no te dé tiempo a denunciarlos o lo que es más cómodo: que viese los spots televisivos de unos y otros para valorar con vistas al voto a quienes dicen que quieren trabajar por mi bienestar y el de los mios.
Eso sería lo normal, suponiendome sin mucho entusiasmo un ciudadano normal:
-Hola amigos me llamo Donnadie Fernández y trabajo como un cabrón de lunes a viernes en lo que me dá de comer y poco más, los sabados le echo un kiki a la parienta dentro del sagrado matrimonio y el domingo veo todo el fútbol que puedo para tener de que hablar durante toda la semana con los compañeros. Ah, y cada cuatro años, bien vestido y con mi mujer del brazo voy a depositar dos papeletas que deciden quien me representa en sitios que no conozco personalmente para tomar en mi nombre decisiones que no entiendo porque nadie me las explica. Después tomamos el vermú y hasta dentro de otros cuatro años.
Pero nó es ese mi caso, por suerte o por desgracia no me gusta mucho el vermú. Cuando veo por la tele a la crema desnatada del pueblo, a mis representantes a mi pesar, tomando por idiotas a quienes los van a encumbrar por encima de todas las cabezas... me dá vergüenza ajena y cambio de canal o me voy al blog a hacer Anarquía un rato:
¡Paz a los hombres, guerra a las instituciones... cabrones.!
Por ejemplo: hay uno de estos títeres, el cristobita socialista, que en lugar de reducir a garrotazos al lobo de la especulación regulando y haciendo efectivo -de una puta vez- el derecho a la vivienda, en lugar de eso, pregona que vá a darle 200 pavos -de nuestro bolsillo, claro- a quienes estén pagando un alquiler. Cojonudo y con gran visión de futuro... el lobo ya ha empezado a subir los alquileres. Es lo que tienen los muñecos que van de buenos: que son tontos.
Por su parte, el autentico títere de la cachiporra, el muñeco de derechas, ante la baja tasa de natalidad española, el declive de la familia títere tradicional católica y sin duda por miedo a quedarse sin mano de obra a quien explotar, dice que él dará 3000 euros -adivinen de donde saldrán- por el nacimiento de un hijo cuando en realidad todo el público sabe que lo que hace falta es darle con la cachiporra al lobo oligarca para que las parejas tengan trabajo, una vivienda digna donde echar un polvo y unos sueldos que permitan pagar comida, casa, guardería y los pañales cagados del futuro mecenas de algún patrono creador de muchos puestos de explotación.
Este último y popular cristobita, por su puesto que ni puede ni quiere meter al lobo en cintura porque el de la cachiporra es también el lobo. (La tramas económicas son muy enrevesadas.)
La oligarquía o lobocracia, gracias a su abono vitalicio y al abrigo de miradas indiscretas desde su palco privado, disfrutará satisfecha una vez más de esta nueva edición del guiñol nacional. Sus títeres políticos moverán concienzudamente el aire y todo seguirá igual para el embobado espectador de estas calamitosas funciones.
No me digas compañero/a espectador/a del guiñol "Elecciones 2008" que no es para sentir vergüenza ajena cuando ni siquiera se toman la molestia de ocultar la mano que los maneja, cuando se dán con la cachiporra de mentira aparentando diferencias, cuando prometen regalar al público lo que nos pertenece, rebuznando, en definitiva, burdos cuentos para dormir el sentido común.
Encima, como público, hemos perdido la sana costumbre infantil de gritar cuando vemos al lobo agazapado.
Bueno, yo a lo mio:
¡Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones... cabrones.!
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