Y no solo, también: la ignorancia, la alcahuetería, la morbosidad, la soplapollez, la prepotencia, el provincianismo y en definitiva una caterva de equívocas virtudes con que gustan de adornarse mis paisanos sin el menor asomo de vergúenza, en la tele, en la radio, en la calle, en el bar, en el trabajo.
O yo empiezo a manifestar síntomas inequívocos de una grave misantropía o mis prójimos y prójimas -desde las "élites" gobernantes hasta la masa currelante- son unos grandisimos brutos y brutas orgullosos-as de su estado.
Unos le lamen el culo al patrón alegremente, otros justifican la injusticia con naturalidad, aquellos conviven con la maldad sin queja, esos tergiversan desvergonzadamente para cuadrar sus intereses y uno -la verdad- ya tiene serios problemas de comunicación porque habla una lengua muerta para la mayoría: el sentido común. (Sin ánimo de echarme flores.)
Mis paisanos en cambio tienen dos recursos argumentales infalibles para cualquier ocasión, tales herramientas que parecen venir de serie consisten en:
a.Un desprecio sistemático por los argumentos contrarios sin ánimo de evaluarlos.
b.Levantar ostensiblemente el tono por encima del argumento contrario para acallarlo sin respetar turnos.
El resultado del empleo de tan primarias estrategias es considerado una victoria de la que ufanarse. La busqueda de la verdad es secundaria, accesoria.
Así, cuanto más chilla e insulta el politico desde la tribuna, más será aplaudido. Cuanto más arbitrarias son las decisiones de los jefes mejor son acatadas. Cuanta mas mierda sale por televisión más audiencia tiene.
Así se confunde el derecho a expresarse con la obligación de llevar la razón en cualquier circunstancia.
Es decir, volvemos a la caverna: cuanto más animal es el comportamiento mas adhesión y respeto genera en la mayoría.
Eso es el carisma y el signo de unos tiempos donde se acabará imponiendo la injusticia por la fuerza. El terreno está abonado.
¿De qué sirve ponerse a criticar casos particulares, del arte, de las letras, de la política, cuando la única explicación está en una mediocridad que campa a sus anchas comprandolo todo...?
(Después de escribir esto -¿serendipia?- me he encontrado con este viejo personaje de las noches radiofónicas que es más directo que yo. Son 9 entregas de una entrevista censurada recientemente por la Televisión Española. No tiene desperdicio.)
O yo empiezo a manifestar síntomas inequívocos de una grave misantropía o mis prójimos y prójimas -desde las "élites" gobernantes hasta la masa currelante- son unos grandisimos brutos y brutas orgullosos-as de su estado.
Unos le lamen el culo al patrón alegremente, otros justifican la injusticia con naturalidad, aquellos conviven con la maldad sin queja, esos tergiversan desvergonzadamente para cuadrar sus intereses y uno -la verdad- ya tiene serios problemas de comunicación porque habla una lengua muerta para la mayoría: el sentido común. (Sin ánimo de echarme flores.)
Mis paisanos en cambio tienen dos recursos argumentales infalibles para cualquier ocasión, tales herramientas que parecen venir de serie consisten en:
a.Un desprecio sistemático por los argumentos contrarios sin ánimo de evaluarlos.
b.Levantar ostensiblemente el tono por encima del argumento contrario para acallarlo sin respetar turnos.
El resultado del empleo de tan primarias estrategias es considerado una victoria de la que ufanarse. La busqueda de la verdad es secundaria, accesoria.
Así, cuanto más chilla e insulta el politico desde la tribuna, más será aplaudido. Cuanto más arbitrarias son las decisiones de los jefes mejor son acatadas. Cuanta mas mierda sale por televisión más audiencia tiene.
Así se confunde el derecho a expresarse con la obligación de llevar la razón en cualquier circunstancia.
Es decir, volvemos a la caverna: cuanto más animal es el comportamiento mas adhesión y respeto genera en la mayoría.
Eso es el carisma y el signo de unos tiempos donde se acabará imponiendo la injusticia por la fuerza. El terreno está abonado.
¿De qué sirve ponerse a criticar casos particulares, del arte, de las letras, de la política, cuando la única explicación está en una mediocridad que campa a sus anchas comprandolo todo...?
(Después de escribir esto -¿serendipia?- me he encontrado con este viejo personaje de las noches radiofónicas que es más directo que yo. Son 9 entregas de una entrevista censurada recientemente por la Televisión Española. No tiene desperdicio.)

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